Durante el último año nos han escuchado referir muchas veces a Gehl Architects y sus ideas de ciudades de “escala humana” o “para las personas”. Recientemente tuvimos la oportunidad de aprender más sobre estos conceptos durante el estreno en Washington del documental “The Human Scale: Bringing Cities to Life”, del cineasta danés Andreas Dalsgaard. Después de la proyección, ICES invitó a cuatro líderes en la planificación urbana – Jeff Risom de Gehl Architects; Harriet Tregoning, Directora del Departamento de Planificación de Washington DC; Lee Quill, Principal de Cunningham Quill Architects; y Darryl Young, Director de Ciudades Sostenibles en la Summit Foundation – para reflexionar sobre la película y las ideas que propone.
¿Cuándo y por qué las ciudades dejaron de diseñarse pensando en
las personas?
En los viejos tiempos, las ciudades fueron hechas para las
personas, pero la introducción posterior del automóvil invadió todos los
espacios de la ciudad y empujó las actividades humanas hacia afuera. La
creciente construcción de autopistas, de hecho, sólo hace feliz a los
automovilistas, no a las personas. Hubo dos grandes paradigmas: el de la
modernidad, que consideraba la necesidad de construir altos edificios, sin
importar los espacios públicos para la gente; y un viejo paradigma
basado en la invasión del auto. Yo fui por algo diferente: hay
un espacio público donde se tiene que pensar a escala humana. En todo el mundo
se ha despertado el interés en esta temática y hubo una crítica profunda
respecto de cómo se orienta el planeamiento urbano. Si una ciudad es un buen
lugar para vivir, va a ser mejor para mis hijos. No se trata de
arquitectura, sino de una mejor interacción entre la forma y la
vida. Se trata de dejar de pensar sólo en lo cuantitativo para pensar también
en la calidad; de preguntarnos: ¿cómo podemos hacer mejores ciudades para las
personas?
¿Cómo es posible lograr ese cambio de mentalidad?
Hay dos grandes ejes para este cambio. Uno es que hemos tomado conciencia de que tenemos que hacer algo con el tema de la sustentabilidad y la problemática del cambio climático. Hoy son muchas las ciudades que, a través de distintas iniciativas, están haciendo acciones para dar una respuesta. El otro eje importante es lo que nos dicen los doctores: si continuamos planeando las ciudades para que las personas estén todo el día sentadas en el auto y en las oficinas, estaremos matando a millones de personas porque necesitan moverse. El nuevo paradigma establece que debemos hacer ciudades sustentables, saludables y habitables. Es decir, hacer ciudades para que las personas caminen más y anden más en bicicleta. Se trata de hacer las cosas bien para la gente. Esta apuesta por la sustentabilidad,
¿cómo impacta en la dimensión económica de las ciudades?
Copenhague ha sido una de las ciudades más habitables y con la
población más feliz del mundo, y la economía de Dinamarca no está tan mal. Se
ha descubierto que si una persona toma la bicicleta en Copenhague para viajar
un kilómetro, la sociedad gana 1,25 dólares, y si toma un auto para realizar el
mismo recorrido, la sociedad pierde 0,17 centavos de dólar. Si más personas
andan en bicicleta la sociedad se beneficia, habrá menos accidentes de
tránsito, menos necesidad de gastos en hospitales, medicina y policías; la
calidad de vida de las personas será mejor. Algo tan simple como una hora de
caminata diaria, extiende la esperanza de vida.
En su travesía por varios continentes, quizás lo más fascinante
del film es cómo, al plantearse estas preguntas, y al tomar a la gente como
prioridad, líderes políticos y ciudadanos generan diversas ideas que responden
a particulares contextos locales. El centro de Melbourne ha visto sus angostos
callejones, antes oscuros y vacíos, transformarse en vibrantes espacios, llenos
de cafés, galerías y restaurantes. En Dhaka, una de las ciudades de mayor
crecimiento del mundo, mantener la escala humana representa un proceso
complejísimo. A pesar de que tan solo 5% de la población tiene un vehículo
privado, la gran parte de las inversiones de infraestructura se destinan a
grandes carreteras, sacrificando en parte las prioridades de peatones o
usuarios de transporte público. En New York, donde desde los años 60 la
priorización del automóvil y las grandes vías ha causado grandes fisuras en el
espacio y los barrios de la ciudad (y que en cierto modo debería demostrar el
riesgo que corre Dhaka de perder sus espacios públicos urbanos), por fin se ha
revertido este proceso. Con la ayuda de Gehl, la ciudad peatonalizó el famoso
Times Square, donde hasta hace algunos años se disponía de un 90% de espacio
para autos y un 10% para peatones incluso cuando sólo el 10% de los usuarios
eran autos y el 90% eran peatones. Como señala el mismo Gehl de manera concisa:
“si haces más calles tendrás más autos; si haces más espacio para las personas,
tendrás más vida pública.”
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